20100910

Realidad.

Me gusta a veces que el primer cigarro de la mañana me deje las manos temblando y encender otro hasta dónde dé y que esté empezando a venir el calorcito y los pájaros y que mientras camino ni me percato de que estoy cantando altavoz y sacarle una sonrisa a un extraño, que el colectivero me salude de vez en cuando y después caminar por el pasillito lo más campante y comerme otro libro que debería haber escrito en el último asiento yendo a no sé donde, y qué si siempre vuelvo y me voy y vuelvo, si cada vez hay más gente en bicis de colores en cada lugar que mire y los pibes parecen estar todos alegres en sus mambos y hay tantas pandillas en tantos lugares que me están esperando para fumar uno a la sombra y mañana veremos qué onda, si total mañanas hay muchos o al menos eso creemos por eso seguimos rolando por ahí con rumbo desconocido o sin, que es la mejor terapia para momentos como éste o aquellos días en que caí en la cuenta de que mejor no hacer cuentas ni planes porque a mí si hay algo que me fascina y descoloca es no saber el futuro y tener ciento veinte mundos paralelos en la mente, dibujar ojos gigantes de gatos, descubrir que todavía queda una más en la heladera, toparme con cartas tiradas y adjudicárselas a algún gitano, sacarle sonido a todo, hacer listitas de cualquier índole, básicamente, y qué me importa si en algún momento yo sé que va a llegar ése que iba a, porque está escrito en rojo en algún furgón que todo lo que tiene que suceder sucederá tarde o temprano y si no creemos en las medidas temporales porque son otro invento inútil qué más da despertarse o dormir, venerar al sol sostenido o salir a remontar percepciones mientras nadie se entera de qué va la cosa.

20100906

Donde el cielo es tan gris.

Buenos Aires me recibió
medio de refilón,
un invierno como todos
por aquí,
de esos que entumecen
las patas
y un poquito el
espíritu.
Los amigos segregados
por lo menos en
bici,
cada uno en
su mambo
de tonalidades
variadas.
Y lo de
siempre,
el parquecito de mis amores,
los trenes
aún
me hacen sentir
en un documental musical
(sobre todo cuando)
Las calles y un vaivén
de rebaños y almas
en pena
la melancolía alegre
del subte,
de los músicos donde
venga.
Aún hay más autos
que gente,
más gente
que personas,
y siempre algo para hacer
según dicen las
locas lenguas.
Sesenta y pico de días
y ya
se me rechiflan
las entrañas
tengo pasaje
hacia lo desconocido
mais uma vez
Cómo me gustaría,
loco
haber nacido
en otra parte
y que llegar no sea
volver
y que volver
no sea
un tango.

20100828

Ñembotavy.

Es el momento justo,
señor director,
para que le mencione amablemente y por lo bajo
de ser posible no un domingo ni en una avenida
al guionista o comosellame
que confabuló esta maraña de cosas
que: todo bien, él biensabe, también es abusar del cuore exasperarse muy seguido
a pesar de la mala fama la mala influencia las malas lenguas,
pero ya
excedió los límites de no velocidad
está perdiendo popularidad su historiecita
que se las daba de sencilla
y se tornó aburrida fastidiosa irritanta
que para qué tantas cortinas si atrás hay
un solazo que se filtra a la legua
si ni siquiera es verosímil probable
creíble aceptable admisible,
que si no viene la parte cúlmine pronto
no la va a ver ni san la muerte ni maría santísima ni.
del final más o menos hay un esbozo boceto idea
eso sí
pero cuándo
la cinta es larguísima monocromática
podría trocar el meollo del asunto,
por la mar en coche submarino
ese nudo sobrenredado
por nudos dobles de gamas chispeantes
porque lo que pasa es que la coprotagonista
está empezando a creer que tal vez
ni lo sea
pero si los puntos de fuga se unieran
le deleitaría lo de adentro
o alguna cosa así
tanto
que mejor ni se le diga cuánto
y tal vez no sea ni vaya a ser un personaje así tan memorable
pero sonreiría todo el día
y hasta se olvidaría
de fijarse en ese tipo de cuestiones
por un rato largo
mientras usted se hace célebre
y ella celebra cada ocasión
con los colores
que le pinten
con las canciones
que se le canten.

20100820

Manifiéstome!

Si con madurar se refieren
a que abandone mi arbolito florido
al que regué por tanto tiempo
pa que me coman en navidad
en un repulsivo ritual
copiado de no sé quién
rodeada de máscaras siniestras
que ríen al son de unas copas de
espumante hipocresía
o que caiga al piso
cuando me desaferre
por inercia
y me quede ahí inmóvil
esperando que alguien venga
a ver qué puede hacerse conmigo
o me deje pudriendo lentamente en el barro
hasta que en algún momento
sirva para algo,
les cuento así al pasar
que prefiero estar acá verde y colgada
aferrada a mis ramificaciones locas
porque son lo único que todavía creo es mío,
y crecen sin parámetros.
Y desde acá,
desde mi punto de vista,
puedo ver más allá
de lo que se ve desde cualquier frutera.

Así que bueno,
no sé,
buenas noches.

20100806

Casa rosa (con marcos azules).

Por algo así como tres meses não llovió porra nenhuma, salvo una que otra chispeadita que nos hizo notar la enorme cantidad de goteras que había sobre la mugrosa falta de cielorraso; pero en esa casa no importaba mucho nada porque éramos estúpidamente felices con nuestros cubiertos robados, nuestras paredes anotador, nuestros desamores de verão y nuestra familia disfuncional.
Corría la liebre de março y nos encontrábamos en mitad del arduo proceso de dividirnos por la felicidad, asíeslavida, sei lá.
Brunito se había ido a la gran cidade do Rio a pasear al Loschi, a recorrer las entradas de las favelas, a surfar birra en Recreio, a delirarla en versión X-tudo con el Carioca; Meli a la jungla pradera mágica a vivir una novela de la tarde cortita y mojada entre bambúes, y la Romi la había seguido bailando de aquí pa allá, como siempre, a ahogarse un poquito en la cascada más linda que se ha visto.
Así que esa noche, mi última en la morada rosada, quedábamos la mitad más alguno en plan maconhero saudade y ya ni precisábamos entrar por las ventanas.
Harían unos quarenta e dois graus, fácil, la Pela dormía con algún garçon pero el resto íbamos y veníamos del chuveiro gelado al living abandonao.
Con el viejo Reimon y Gri decidimos que era menester sacar todos los colchones al patiecito delantero, cuna de rones Montilla, cenas de sobras de mariscos con frutas con chocolate, pizzas caseras e Itaipavas, 51 secretos y tambores, gallinas, puterío y la peque.
Y ahí conseguí morir un poco, unas pocas horas, en el colchón del Fili que era una roca y mi toallalmohada repleta de hongos soñó cualquiera.
Amaneció y aún dormían, menos yo que dormitaba y todos los otros malucos animales que chillaban porque el cielo iba a explotar en cuestión de horas, y nosotros ni enterados, salvo el Juancrú que llegó después del gallo. Pa no perder la costumbre, dado vuelta y sacando fotos a tudo mundo post-mortem, puso Almafuerte al palo y cayó rendido en su sillón de cemento, aunque todas las camas estaban vacías ya.
Al rato comenzó el cantado diluvión, me levanté y me fui cargando mi mochila repleta de ropa que nunca jamás iba a secarse, silbando fuerte, pero sin saludar.
Los caminos fueron tomados y la casa más localinda del pueblo se quedó hasta sin piano en cuestión de días.
Según cuenta la leyenda los dueños por ley transformaron nuestros muebles cirujas pintados a mano y la colección más grande de futuras pipas de agua en una gran hoguera sin sentido a la que no fue nadie, ninguém, ni siquiera Tito.

Por lo menos limpiar las paredes les debe haber costado un huevo.

20100722

Pasá por casa.

Je.
Por ahí hay unos trenes que en un ratito te llevan a una casota de la pesada.
Y andan unos locos por ahí que alguna noche súper lejana fresca, por ahí, te convidan un pucho y de repente cuando te das cuenta ya estás llegando -aunque no se sepa mucho de vo (de yo)- a su hogar acicálido, a la cocina, a tomar mate.
Y aunque pasen unos años (dos, tres, cuatro), -y varias birras bajo el puente-
por allá siguen en la cocina tomando mate con Brahma, y por ahí sacan ramas de cajas.
Y rompen violas, y manos con baldes, y cla, la rockean.
Y hacen experimentos con cítricos. Y teorías bien piolas.
Y planes locos lindos.
Y por ahí te venden tréboles berretas.
Y te convidan puchos, de vuelta y de nuevo.
Y encima te mandan, como si ná:
-Qué bien que cantá!, qué bien que fumá!
-Qué bien que escribí!
- Y escribite algo, piba, que hace bocha no escribís!
Y aquí me pongo a chantear, pué, al compás de no sé qué.
Por ahí del estruendo que hace tragarse el orgullo melenudo (ponele).
Y ahora que soy mayor (?)
al riesgo de quedar ridícula demais, pra variar,
les escupo unas cositas (chiquitas, nomás).
-Por si no saben, y aunque por ahí les nefregue severo-
Que los quiero bastante,
(que nunca mencionen esto en público, che!),
que me los llevaría en la mochila, limados.
Y que he vuelto a la escriba barata, parecería.
Ah, y por las dudas,
gracias
por el pucho ese.

Vont et viennent: