
Producto de quién sabe quién, si por estos días es tan fácil gatillar de lejos.
Trepó al primer escalón de alguna manera, quizás porque era un sueño todo eso y todo lo otro;
comprendió de inmediato que todo era obra del de siempre, al ver su figura acercándosele de lo más campante, a decirle de la nada unas de esas cosas que se dicen justo antes de morir.
Ese mismo día todos los trenes del mundo chocaron entre sí.
1 comentario:
Extraña nota de lunes. Los míos suelen ser más que pedorros, cuando cada parpadeo no le quita realidad a lo que presumo sea un simple mal momento.
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