Tengo dulces dieciséis y odio
a toda la humanidad
menos a cinco
o seis.
Mi pared se cae a pedazos y odio
a las paredes.
Me sé sólo
cinco acordes
así que toco
los ramone
todo el santo día.
Me arreglo los jeans
con una
abrochadora y tomo
bolskaya de frutilla
o vino berreta
cada vez que hay,
y no es mi culpa
si hay seguido.
Así que desaparezco
de mi casa día
por medio
y sin aviso,
porque ya no hay teléfono.
Mi mejoramiga
de repente no es
más
mi amiga
y mi viejo quiere ser mi viejo
de nuevo.
La señora directora dice
que qué me pasa
que no entiende
que voy a repetir el tercer año
que soy indiferente
irrespetuosa
irresponsable
irreverente
y que tengo
un serio problema
de autoestima,
y yo le digo bueno.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
eramos tan pankis...
éramo tan anónimosss
Publicar un comentario